EDITORIAL SELENE

Maldita sea, nena, hace tiempo que no nos vemos, me estoy quedando tan delgado que de perfil, en el espejo, sólo se ve una larga cabellera bogando entre las paredes del cuarto de baño. Es extraño pero hermoso. Te preocuparía mi aspecto, tú siempre te preocupabas demasiado. Porque no me cuidaba. No sé bien cómo se hace eso, son taras que arrastro, nena, la vida, el carácter, ya sabes. De mayor quería ser Frankie Miller, recuerdas? Hubo algún facultativo de la cosa médica que pronosticó que a ese ritmo tan mío no llegaría a los cuarenta. Entonces tenía veinticinco, ese día tenía un concierto por Ventas, me emborraché larga y profusamente, había otras drogas, aquella noche duró cuatro días. Ahora los días ya no son tan largos. Hice conciertos de los que sólo recuerdo la alfombra o el sofá del día siguiente y a la gente desconocida, siempre tan amable y hospitalaria, ofreciéndome una cerveza. Recientemente renuncié a mí mismo y decidí subir a la montaña. Ahora bajo cargado de canciones que serán discos y poemas que serán libros. Me está costando este descenso, nena, pero llevo buenas botas -cuero español- y la esperanza de arribar con las fuerzas necesarias para llegar a los cuarenta y no celebrar sino canciones y poemas. Además, si envejezco, lo haré mejor que Frankie Miller.

Te deseo buena suerte mas no la busques mucho, podrías encontrarla y probablemente la próxima vez que supieras de mí sería por la esquela de cualquier periódico o por el homenaje entrañable de los borrachos del parque. 

FER

Septiembre 2016, Navacerrada (Madrid)